Fecha: 6 de diciembre de 2024
Autor: Comité Comunicaciones Red Hilando Comunidades
Región: Bajo Cauca y Nordeste Antioqueño
Municipio: Cáceres
El legado de Pepe para la Red Hilando Comunidades
Jorge Ávila, o “Pepe” —como cariñosamente lo llamaban sus amigos y vecinos—, nació el 1 de mayo de 1977 en el municipio de Cáceres, Antioquia, siempre se consideró un hijo del corregimiento de Puerto Bélgica, un lugar atravesado por el majestuoso Río Cauca y la carretera Troncal de Occidente. A sus 47 años, era esposo, padre de dos hijos y un apasionado del campo y la agricultura. Su sustento provenía de su labor diaria, limpiando y alistando las canoas que llegaban al puerto.
Para su comunidad, Jorge era mucho más que un vecino: era un líder social y miembro activo de la Red Hilando Comunidades, una estrategia del Programa Hilando Vidas y Esperanza de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), implementado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), con la cual se busca dar continuidad a los procesos en los territorios, fortaleciendo el trabajo colaborativo, fomentando la autogestión y la construcción e implementación de iniciativas de paz. Hoy, sus enseñanzas y su ejemplo siguen inspirando a quienes trabajan por construir una “comunidad unida y sin conflictos.”
“Era la alegría, el loquito de la casa. Podía tener cualquier problema, pero nunca lo demostraba, porque siempre mostraba su sonrisa y le encontraba el lado bueno a las cosas”, cuenta Sandra Milena Ávila, su hermana menor. Esa descripción coincide con la de sus compañeros de la Red, quienes lo recuerdan como “un buen líder, un hombre carismático y sencillo, siempre dispuesto a aportar al corregimiento a través del trabajo comunitario. Su actitud y compromiso con los procesos en los que participaba eran notables, y sin duda alguna, deja un vacío tanto social como familiar.”
Pepe tenía un don especial para escuchar. No era raro verlo acompañado de adultos mayores, quienes acudían a él en busca de alguien con quien compartir sus historias y recibir una escucha atenta. Por eso, cuando surgió la oportunidad de formarse como sembrador de Comunicación NoViolenta, una iniciativa del programa Programa Hilando Vidas y Esperanza, en alianza con Resuena Colombia, no lo pensó dos veces, pues era la oportunidad de aprender a sustituir patrones de comportamiento violento por métodos que le permitieran reconectar consigo mismo y con los demás, cultivar la empatía, restaurar la confianza y promover la colaboración.
Con el tiempo, se convirtió en tallerista y llevó esta filosofía a su comunidad, enseñando a resolver conflictos con respeto y comprensión. Soñaba con unir a sus vecinos a través de su ejemplo de paz y diálogo. ‘Nos inspiró a ver en el diálogo la mejor forma de solucionar los problemas. Nos enseñó que debemos seguir adelante, fortaleciendo los lazos comunitarios y compartiendo nuestro conocimiento sin importar el color, la raza o la religión. Debemos honrarlo continuando con los procesos formativos y llevando esta conciencia a más personas”, afirma Reiber Mejía, compañero y líder indígena de Puerto Bélgica.
Tambien hizo parte del Comité de Comunicaciones de la Red Hilando Comunidades, donde se formó en herramientas comunicativas para dar a conocer cómo es su comunidad y las experiencias del trabajo en red. A pesar de la limitación física, que le dejó un accidente automovilístico en el que perdió una de sus piernas, no se quedaba atrás en ninguna actividad. En una visita del comité, a la Isla de la Dulzura, Pepe navegó por el río Cauca y, con un salto decidido, llegó a tierra firme. Ese día recorrió toda la isla y tomó la iniciativa de coger la cámara profesional para grabar el trabajo periodístico de sus compañeros. “Verlo nos hacía reflexionar sobre las barreras, que muchas veces son mentales, y que todos debemos enfrentar las adversidades. Él nunca se dio por vencido; siempre mostraba interés en lo que hacía”, comenta uno de sus compañeros de la Red.
El 31 de agosto de 2024, cuándo la Red de Cáceres implementó una de las primeras actividades de su iniciativa denominada El Renacer de la Mujer Rural Cácereña, donde se resaltó la importancia de recuperar los juegos tradicionales, Pepe apoyó la convocatoria y la organización del evento, incluso, construyó una cometa con papel periodico reciclado para participar en uno de los concursos. “Se le veía muy entusiasmado”, recuerdan sus familiares. Ese mismo día, su alma también voló y se convirtió en una víctima más del conflicto armado que afecta la región del Bajo Cauca Antioqueño.